Un tazón de chocolate caliente

Me gusta el chocolate a la taza, en tableta, con churros, con pan tostado, con bollo suizo, con curasán, por la mañana, por la tarde y por la noche.
Alrededor de una tazón de chocolate caliente las historias y los relatos toman forma, color, olor, sabor, y los cuentos resultan extraños a veces, otras cercanos.
El aroma del chocolate envuelve el ambiente y lo convierte en espectáculo y cuando suena el tercer aviso se levanta el telón y comienza la función.

domingo, 13 de noviembre de 2011


Tanta tontería con las palabras que, asustadas, huyen de mí, no quieren acercarse porque se espantan tan sólo de pensar que las voy a componer que las voy a unir, temen que lo que vaya a decir no sea coherente, o no vaya a ningún sitio, como si ningún sitio fuera un lugar atroz y horrendo, como si ningún sitio fuera eso, ningún sitio.

Cómo subir a la cumbre sin magulladuras,
cómo bajar sin doblar las rodillas,
cómo estar sin aparecer,
cómo caer sin hacerse daño.


Qué más da, lo importante es coger todas las letras y mezclarlas, agitarlas y dejar que salgan y fluyan y caigan en una copa y llenarla hasta rebosar y lo que rebose sea una suave y dulce imagen de algo que siempre ha estado ahí, pero que por lo sencillo de su esencia nunca nadie vio.

Es fácil andar de un lado para otro,
 difícil es llegar a un determinado sitio.
Es fácil subir una cuesta,
lo difícil es bajarla
Es fácil escribir,
lo difícil es contar algo. 
Fácil es respirar, 
lo difícil es hacerlo debajo del agua
Es cuestión de cerca o de lejos,
lejano, cercano,
qué más da,
lo importante es estar

Todo se complica, nada sigue igual, para peor o para mejor, todo cambia, todo pasa, solamente queda la nada, el no ser, que ser y nada no tienen nada que ver.



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