La descubrí cuando me asomé para comprobar el tiempo. El sol estaba a punto de salir, un día radiante de luz comenzaba, contemplé la gota de agua y pensé en una lágrima de alegría, recapacité, tal vez fuera de tristeza, a lo mejor de añoranza, quizás de vacío, igual estaba perdida, o no encontraba lo que buscaba, o lo encontró, se asustó y el miedo le impedía seguir deslizándose por la ventana.
Mientras el sol iba saliendo sonó el despertador y la gota desapareció. La busqué con la mirada a lo largo de la ventana, ni rastro, se había evaporado.