Un tazón de chocolate caliente

Me gusta el chocolate a la taza, en tableta, con churros, con pan tostado, con bollo suizo, con curasán, por la mañana, por la tarde y por la noche.
Alrededor de una tazón de chocolate caliente las historias y los relatos toman forma, color, olor, sabor, y los cuentos resultan extraños a veces, otras cercanos.
El aroma del chocolate envuelve el ambiente y lo convierte en espectáculo y cuando suena el tercer aviso se levanta el telón y comienza la función.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Ahora no quiero nada


Que vienes que no vienes,
que llegas o que vas,
 no te aclaras, no te veo,
te escondes y ya está.

Quise llegar hasta el cielo
y saltar el mar sin mojarme, 
quise cruzar el tiempo y soñar.

Quise voltear las estrellas,
sumergirme en el fondo del mar, 
cruzar el horizonte sin rumbo,
tener lo que no tengo ya.

Cuántas veces en mis noches blancas me quedé sin respirar, 
me ahogué en la penumbra sin saber que había un túnel 
con una luz blanca que me llamaba sin cesar.

Si tienes, porque tienes,
si no tienes, que más da, 
lo importante es saber
que la vida no da para más.

Tú te escondes, yo te busco, 
tú te pierdes, yo te encuentro,
tú sueñas, yo despierto, 
tú lloras, yo me río,
 tú me quieres, yo te ignoro.

Tú me ignoras, yo te busco,  
yo te quiero y tú lo sabes,
tú me quieres, yo lo sé, 
tú te escondes, yo te busco,
 tú te pierdes, yo te encuentro, 
tú sueñas, yo también.

Ahora no quiero nada,
sí, sí quiero:
mirar las estrellas que bailan en el mar, 
imaginar el mar que navega por el cielo, 
entrever el sol en las nubes,
descubrir la orilla en el mar, 
dibujar espejos de arena, 
cabalgar con las olas y 
buscar en mi alma el silencio. 

Ahora no quiero nada,
solamente la quietud.



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