Un tazón de chocolate caliente

Me gusta el chocolate a la taza, en tableta, con churros, con pan tostado, con bollo suizo, con curasán, por la mañana, por la tarde y por la noche.
Alrededor de una tazón de chocolate caliente las historias y los relatos toman forma, color, olor, sabor, y los cuentos resultan extraños a veces, otras cercanos.
El aroma del chocolate envuelve el ambiente y lo convierte en espectáculo y cuando suena el tercer aviso se levanta el telón y comienza la función.

lunes, 20 de agosto de 2012

Las tardes con mi madre


Parece que mira, pero su mirada se pierde entre las hojas de los árboles que, casi secas, cuelgan de sus ramas.

- ¡Iuju!  Mamá,  ¡ya estoy aquí!
-Y yo también, a dónde vas tan temprano.
- No voy, vengo.
-¡Qué guapa estás! ¿a dónde vas?
-A estar contigo
-Pues podías haberte quedado en tu casa, que no te necesito para nada.
-Pues entonces me voy
-Que te lo digo de broma, siéntate y mira a ver qué hay en el frigorífico.
-Te traigo un zumo y un helado, ¿te parece?
-Tráete algo para ti también.


Encima de la mesa un vaso de zumo, una servilleta de papel y un helado de chocolate. En la calle el murmullo de la gente.

-¿Te he dicho que quiero echarme novio?.
-Pues como no salgas de paseo difícil lo veo.
-Yo no tengo necesidad de salir a la calle.
-Y... ¿qué te parece que van a venir a buscarte?
-Tu padre me encontró en casa.
-Pero los tiempos han cambiado, ahora para echarse novio hay que salir, ir al cine, a bailar, al teatro.
-A mi no se me ha perdido nada en ninguno de esos sitios. Yo solo quiero que venga tu padre, él si era guapo y elegante.
-Mamá que lo veo muy difícil. ¿Quieres que te apunte al club de jubilados?.
-Pero qué pinto yo en un club de jubilados, ni hablar, yo no soy ninguna jubilada. A ver, qué edad tengo, nací en el dieciséis.
-Pues eres de la edad de Felipe II.
-¡Anda ya!, cuenta, cuenta, ¿cuántos años tengo?
-Los que cumplas 96.
-Cómo voy a tener 96 años si no tengo arrugas.
-No tienes arrugas pero sí años. Pero bueno, si no quieres tener 96 años qué te parece 85 como la duquesa de Alba.
-Eso ya está mejor.

El agua de los tiestos de la vecina de arriba salpica los cristales. El sol va cayendo escondiéndose detrás de los tejados. Sentados en los bancos una pareja de abuelos observan el juego de los niños, que, ajenos a todo, corretean detrás de las palomas.

-Cuéntame, ¿qué has hecho hoy?
-Como me ves me verás, piensa bien y acertarás.
-Mamá, tendrías que salir, hacer la compra, mirar escaparates, distraerte.
-Pero yo estoy muy a gusto en mi casa, no necesito salir, además, ¿para qué está la chica?
-Luego dices que te aburres.
-Yo no me aburro, me asomo al balcón y veo a la gente pasar. Tu padre ya me dijo “María, tienes a tus hijas, ellas te cuidarán” y ya veo cómo cuidáis de mi. Venís un rato y después os marcháis.
-Mamá, yo te cuidaría en mi casa.
-Sí ya, a tu casa voy a ir, a que tu marido me ponga mala cara, ni hablar, yo en mi casa estoy muy a gusto y no necesito ir a casa de nadie.



Oscurece, apoyándose en el bastón se levanta de la silla y como puede se sienta en el sillón.

Con la mirada perdida en el infinito  canta:

Alfonso XII salía de los toros
Julián Gayarre cantaba en el Real
Y tú en aquel café
Luciendo tu vestido gris
Al verte tan bonita me puse junto a ti

Todo pasó como una luz que se apagó
Hay tarde de toros
Llena de Sol de Madrid


Todos los días recuerda los momentos más felices de su vida porque los días tristes los olvidó y piensa que algún día vendrá su marido a buscarla, se irán los dos juntos y no le hará falta buscar otro novio.

Y así como pasan las nubes por el cielo, como la noche se desvanece y regresa el día, sin marcar las horas, en silencio, el tic tac del reloj avanza sin remedio arrastrando tras de sí la memoria de unas tardes que quedarán grabadas en lo más profundo de mi corazón.

                               

No hay comentarios:

Publicar un comentario